SOCIEDAD

Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador: Un llamado al amor cristiano sin prejuicios

Las recientes declaraciones del presidente Javier Milei en el Foro de Davos, donde vinculó la homosexualidad con la pedofilia, han generado un fuerte rechazo por parte de organizaciones de género y colectivos LGBT+, quienes han convocado una Marcha del Orgullo Antifascista y Antirracista. Ante este escenario,el rol del cristiano es claro: defender la dignidad de todas las personas, amar sin comprometer la verdad, promover el diálogo y la reconciliación, rechazar toda forma de opresión. Este es un momento para recordar que el mensaje del Evangelio es de amor y esperanza para todo

En un mundo marcado por divisiones, odio y prejuicios, el mensaje del Evangelio brilla como un faro de esperanza y amor. La Biblia nos enseña una verdad fundamental: Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador. Esta dualidad es el corazón del mensaje cristiano y un recordatorio poderoso de cómo debemos vivir como seguidores de Cristo.

En Romanos 5:8, leemos:»Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.»Este versículo nos muestra la esencia del amor de Dios.

Él no nos ama porque seamos perfectos o porque lo merezcamos, sino porque Él es amor. Sin embargo, esto no significa que Dios apruebe el pecado. Al contrario, lo aborrece porque el pecado nos separa de Él y nos causa daño. Pero su amor es tan grande que envió a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz para salvarnos y reconciliarnos consigo mismo.

El llamado a reflejar el amor de Dios

Como cristianos, estamos llamados a imitar el amor de Dios. En Juan 13:34, Jesús nos dejó un mandamiento claro: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.»

Este amor no tiene condiciones ni exclusiones. No podemos permitir que prejuicios como la homofobia, el racismo o el sexismo manchen nuestro testimonio. Santiago 2:9 nos advierte:»Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la ley como transgresores.»

Dios no hace acepción de personas, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. El mundo está lleno de divisiones, pero los cristianos estamos llamados a ser diferentes.

Nuestra tarea es amar como Cristo nos amó: sin juzgar, sin menospreciar y sin discriminar. Esto no significa que aprobemos el pecado, sino que mostramos el amor de Dios a todas las personas, independientemente de su raza, género, orientación o pasado.

Todos somos pecadores necesitados de gracia

Es fácil caer en la tentación de juzgar a otros, pero la Biblia nos recuerda que todos somos pecadores. En Romanos 3:23, se nos dice:»Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.»

Nadie es superior a otro. Nadie tiene el derecho de menospreciar o odiar a alguien por ser diferente. Nuestra tarea es compartir el mensaje de salvación con amor y humildad, no con juicio ni condenación.

Un llamado a la reflexión

Hoy más que nunca, el mundo necesita ver el amor de Cristo reflejado en nuestras acciones. Debemos examinar nuestros corazones y preguntarnos: ¿Estamos amando a los demás como Dios nos ama? ¿Estamos siendo instrumentos de Su amor en un mundo que tanto lo necesita?

El mensaje del Evangelio es claro: Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador. Como cristianos, estamos llamados a vivir este mensaje, amando a todos sin prejuicios y llevando la luz de Cristo a un mundo que vive en oscuridad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *